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Últimamente estas tres palabras están muy presentes en gente con la que conecto, en libros que me llegan, en artículos que leo, en tuits que me aparecen. Y si están es porque importan, porque son necesarias. ¿Pero qué significan y cómo las usamos ahora?. Hace años el filósofo Raimon Panikkar insistía en la importancia del uso de las palabras, pero sobre todo del significado que llevan implícito. Él inventó unas cuantas, una de las que más trabajó fue ECOSOFÍA una nueva expresión para una sabiduría muy antigua, la sabiduría de la tierra. Y nos invitaba a desestimar unas definiciones abrazando otras: mejor “crecer” que “desarrollo”, mejor “despertar” que “progreso”. La Ecosofía considera a la Tierra como un ser vivo, la naturaleza es nuestro tercer cuerpo y en ese sentido Panikkar nos invitaba a desligarnos del concepto humano que siempre nos ha perseguido: no somos para nada los reyes del mundo, formamos parte integrada en él. Podemos hasta reconocer el daño causado, aceptar un arrepentimiento y activar una transformación de mentalidad repensándonos como parte de la naturaleza porque compartimos el mismo destino. El filósofo Jordi Pigem acaba de publicar algunas de las conversaciones que mantuvo con Panikkar, te recomiendo su lectura “Ecosofía. La Sabiduría de la Tierra” ( Fragmenta Edit).
Practicar la Resiliencia ahora es eso, sanar nuestras heridas que son también las realizadas al planeta. Por eso es positivo que la Unión Europea haya elegido esa definición en su plan de ayudas económicas de la Next Generation de Recuperación y Resiliencia, un plan por cierto muy debatido y algo polémico porque, cuentan los colectivos activistas, que favorece de nuevo a las grandes corporaciones apartando proyectos locales, ecológicos y sociales que verdaderamente necesitan esa aportación. Resilientes son las plantas cultivadas en la Zona de Exclusión de Chernóbil. Son el trabajo del investigador Martin Hajduch, linos, iridáceas y geranios que Anaïs Tondeur recogió para luego plasmar en unas imágenes insólitas. Su Herbario es la realidad del lugar: las plantas muestran los isótopos de cesio y estroncio que todavía tiene la tierra y brillan a partir del contacto con el papel fotosensible, parecen tener luz propia. El Herbario de Anaïs va acompañado de reflexiones y experiencias del filósofo Michael Marder. Él tenía 6 años aquél 26 de Abril de 1986, ahora hace justo 35 años del accidente nuclear de Chernóbil. Cuenta cómo durante más de seis semanas, hasta mediados de junio de ese año, estuvo expuesto a masivas cantidades de radioactividad debido a la lluvia radioactiva que se extendió por buena parte del continente. Como acto de resiliencia ante estos hechos, Michael reflexiona ahora y sabe que las plantas y los animales han vuelto a la Zona de Exclusión, no porque el suelo sea fértil de nuevo, sino porque los humanos se han ido. Y nos habla de la soja que crece desafiándolo todo, volviéndose resistente a otros peligros que antes del accidente nuclear acababan con ella fácilmente, otro ejemplo de Resiliencia. No han tenido la misma suerte los árboles del denominado Bosque Rojo. Pocos minutos después de las explosiones los pinos se volvieron rojos y no tardaron en morir, pero no se han descompuesto, siguen todavía ahí en el suelo, fosilizados y mutados sobre una tierra contaminada con radionucleidos. Puedes leer sus reflexiones y acercarte al herbario de Anaïs en el libro “Chernóbil Herbarium”( Ned Ediciones) y quedarte con la invitación final de Michael para dejar de usar energía nuclear y renunciar al paradigma que fomenta su uso: la actitud extractiva-destructiva del planeta tierra.
Decrecer tiene otra definición que Thoreau, hace ya tanto, insistía en aplicar defendiendo una vida sencilla que no simple. Conozco a dos personas que han querido acercarse mucho a los escritos y la forma de entender la vida de Thoreau, bueno en realidad son miles, pero vale la pena el esfuerzo de Ernesto Estrella Cózar traduciendo al castellano el diario íntegro de Henry D.Thoreau (Capitán Swing Edit.) Se siente un auténtico thoreaubiano que es el nombre con el que se reconocen los seguidores de esta filosofía tan cercana al decrecimiento actual. La otra persona es el filósofo Diego Clares que realizó una selección de los escritos de Thoreau y su relación y conexión con la naturaleza. Aquí te dejo uno: “En la Sociedad no encontraréis salud, sino en la naturaleza… para el que contempla un rasgo de la belleza natural ningún daño ni decepción puede aparecer”. Si quieres más, el libro es “Revolucionar cada día: En defensa de una vida sencilla” (El Grillo Libertario ed.)
Una vida sencilla no quiere decir convertirte en eremita, sino enriquecerte hacia delante con aquello que habías dejado de lado, la conexión con la tierra. Ahora sal de casa y ves donde encuentres algo de tierra. Escarba un poco. No será extraño que en la palma de tu mano aparezcan mezclados algunos trocitos de plásticos, quizás de cristales, forman parte de nuestra huella humana. Los vertederos son un buen ejemplo de ello. En el vertedero de Nerva (Huelva) se acumulan miles de toneladas de residuos tóxicos, muchos de ellos peligrosos, que España ha importado en los últimos años de otros países, sin aplicar un control de riesgos. Algunas informaciones cuentan que en 2019 se enterraron en este vertedero residuos procedentes de Montenegro. El amianto se cuela entre la tierra y el Río Tinto que sufre las consecuencias de la carga tóxica. Los ecologistas avisan de que hace 22 años que Nerva debería cerrar y que ahora las autoridades deberían limitar el vertido y comenzar a clausurar instalaciones. Regenerar la tierra dañada ya es otra cosa, una tarea difícil pero urgente porque no hay otra y si ella no vuelve a ser fértil ¿donde encontraremos comida?. Otro vertedero por regenerar es el de Ajalvir (Madrid), un vertedero sobretodo de vidrio, un vidrio no admitido en ningún otro lugar y que necesita tratamiento especial. Sus actuales dueños no lo gestionan como deberían, al menos esto es lo que denuncian vecinos y vecinas de la zona, incluido Miguel Angel Diaz, antiguo co-propietario de la empresa, pero todavía propietario de una parte de las tierras. Él mismo describe el efecto de las 80 mil toneladas acumuladas en montañas y las repercusiones que el residuo está teniendo en las estepas de cereales y los ríos Jarama y Henares, además de una zona que forma parte de la Red Natura 2000.
Regenerar la tierra no es fácil, pero es urgente. Algunas iniciativas como Resilience Earth están en ello. Esta cooperativa nacida en un pequeño rincón de Catalunya, en la Garrotxa, ofrece asesoría,diseño y facilitación a municipios para volver a apostar por la diversidad local, para avanzar en la toma de decisiones colectivas que
ayuden a esa regeneración del espacio cercano. Definen su trabajo como Resiliencia Organizacional y Comunitaria, están creando la semilla de otras formas de decisiones en zonas rurales, más abiertas, más orgánicas, más dinámicas para la resolución de conflictos. Revitalizan la economía de los pueblos, ofrecen una visión feminista de la economía, organizan cumbres de jóvenes y medio ambiente. Todo un reto. ¿Y cual es el coste de recuperar zonas devastadas? En lugares y situaciones como las de Chernóbil y el accidente nuclear el coste es demasiado alto. Se conoce que el período de semidesintegración del uranio debilitado es la misma edad de nuestro planeta: 4.500 millones de años. La historia de la humanidad es mucho más corta. Mirémonos pués como mota de polvo, como grano de arroz en la inmensidad de la vida natural o como hoja de higuera que despunta ahora en primavera, fíjate en la de la fotografía del inicio. Como dice Michael Marder en el libro sobre el herbario de Chernóbil que te he comentado, la peregrinación de los materiales radioactivos continúa en nosotros, siendo nosotros.
Otra palabra que debemos cambiar, sostenibilidad. Esa costará mucho más porque nos sirve para definir muchas cosas, pero como comenta Daniel Christian Wahl en un artículo que he leído hace poco, la palabra en sí misma ya no nos sirve porque no nos dice qué es exactamente lo que intentamos sostener. Pensar en regeneración sería más adecuado porque en definitiva lo que estamos intentando es mantener la salud de la tierra que es al final nuestra salud humana. Paséate por su último libro “Diseñando Culturas Regenerativas” ( EcoHabitar edit.) para entender de qué estamos hablando. En ciudad hay colectivos que ya lo están haciendo en forma de compost. Recuperar la materia orgánica de nuestras cocinas, llevarla al compostador cercano y favorecer que se convierta en humus es lo mejor que podemos hacer para devolver con creces la salud perdida de nuestra tierra urbana. Mira lo que hacen en Abono Km0 lo tienen muy claro: lo que es de la tierra, que vuelva a ella. También lo tenía muy claro Raimón Panikkar la Tierra no es solo recursos, mantiene una sabiduría de la que los humanos no somos propietarios. Así que mejor “crecer” no “desarrollar”. Pero si prefieres escuchar más directamente sus palabras, en voz de Jordi Pigem que lo conoció y estudió en su totalidad aquí te dejo una entrevista en audio con él. Y ya sabes, usa más esas palabras: Resiliencia, Decrecimiento, Regeneración
Conoce a Pilar Sampietro
Soy periodista radiofónica especializada en ecología y cultura. Dirijo y presento Vida Verda en Ràdio 4, así como su versión en castellano, Vida Verde, en Radio Nacional de España (RNE) y Radio Exterior, programas sobre crisis climática y ecológica, biodiversidad, paisaje y cultura. En Radio 3 presento Mediterráneo, un espacio sonoro sobre música, efectos migratorios y cultura de los diferentes rincones del Mediterráneo. Además, colaboro habitualmente en blogs de ecología como Alterconsumismo (El País Digital), soy coautora de los libros El jardín escondido (Pol·len, 2013) y, más recientemente, La ciudad comestible (Morsa, 2018), donde exploro experiencias y propuestas para hacer más verdes las ciudades.