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¿La ves? esta es su casa, la del otro. ¿Lo identificas? se nos hace dificil. Hemos desnaturalizado, artificiado y tecnificado tanto nuestras vidas que somos incapaces de identificar al otro. ¿Y quién es el otro?. El otro es aquél que divisamos desde nuestra ventana todavía confinada después de un año de pandemia. Vuela rápido hasta la hiedra repleta de frutos para hacerse con su alimento diario, tiene un cuerpo pequeño y redondo y plumas de color calabaza bajo la cabeza y las alas.¿Pero cómo se llama? ¿Con qué idioma se comunica con sus semejantes? Una persona ornitóloga lo identificaría al segundo, nosotras urbanitas a las que la educación natural se nos ha restringido a libros sesudos sin contenido, lo tenemos más difícil. El otro es el lobo, aquél al que hemos expulsado de sus hábitats, el bosque y el monte. Su ausencia ha provocado un gran desequilibrio en especies que ahora tan solo tienen al ser humano como depredador. Por eso el jabalí, el corzo y el conejo son la presa a perseguir por cazadores a los que se les ha permitido ampliar la veda a fines de semana. Así que cazadores, seres del bosque y seres humanos con necesidad de respirar comparten días y horas con un resultado poco alentador. Una persona muerta por un disparo de un cazador mientras recogía piñas, otra que iba en bici herida y una pequeña poni llamada Riba que participaba en un tranquilo paseo de conexión natural por el bosque, también muerta de un disparo ante la mirada horrorizada del grupo naturalista de la Fundación Miranda. Esta organización lleva años liberando caballos víctimas de maltrato, guiando sus pasos desde las montañas de los Pirineos, donde viven libres en verano, hasta zonas cercanas al mar donde pasan el invierno. Todavía ahora buscan respuesta a la escena que presenciaron atónitos un sábado, a las 12 del mediodía, en pleno Parque del Garraf. Algo tienen claro, apuestan por acotar las zonas de caza y buscar otras formas de regular la sobrepoblación de algunas especies.
Foto de Fundación Miranda
Y en cuanto al lobo, su vida va ligada al modelo y gestión de ganadería humana. Pero ahora un gran paso puede hacer cambiar esa gestión. Desde hace unas semanas el lobo ha sido incluido en el listado de especies silvestres en régimen de protección especial y ha dejado de ser especie cinegética, ya no se puede cazar. Ecologistas en Acción lleva tiempo desarrollando la campaña Vivir con lobos que lleva adelante junto a más de 50 ganaderos y ganaderas de zonas loberas. El proyecto propone 7 medidas para fomentar la coexistencia entre el lobo y la ganadería, conocerlo y saber que su ecotología permite conocer las ventajas de la coexistencia con él. Uno de los últimos estudios realizados en este sentido explica el papel importante del lobo como especie que preserva el reservorio de bacterias virales para los humanos. Su presencia asegura disminuir episodios de pandemias como la que estamos viviendo. Entonces ¿por qué no hacer el esfuerzo de conocer al otro?
El otro son las gaviotas que vemos volar en nuestras costas, una especie silvestre que está modificando su morfología. Un reciente estudio de IRTA-ICREA demuestra que son principales reservorios de Salmonella y Campylobacter, las bacterias que provocan la gastroenteritis humana. Pero lo que más sorprendente del estudio es que las gaviotas están demostrando una gran resistencia antibiótica, mala noticia, porque esto tiene que ver con los últimos estudios en resistencia antibiótica humana. Las gaviotas pueden convertirse en un centinela de la presión antibiótica en el medio ambiente, pero nos indican que se está rompiendo el equilibrio y que debemos andarnos con cuidado. De la misma forma actúan las palomas urbanas, reservorios, según comienza a conocerse, de la bacteria Helicobacter pylori que infecta el estómago humano. Y es que por vivir en ciudad, no estás exenta de identificar al otro. Mi libro de cabecera para la vida urbana y salvaje está escrito por Menno Schilthuizen, un investigador que viaja en metro fijándose en el tipo de mosquito que descubre en el vagón para dar nombre y apellido a su família, cada línea de metro tiene familias concretas y cepas de mosquitos, que lo sepas. El libro se llama Darwin viene a la ciudad. La evolución de las especies urbanas (Turner edit.) lo tengo súper subrayado. Para Menno, en la ciudad el otro es el mirlo, un pájaro que está evolucionando hacia una especie distinta. Resulta que desde siempre el mirlo era un ave muy campestre, pero pasó que los mirlos empezaron a invernar en una ciudad y varias décadas más tarde, unos pocos visitantes invernales se quedaron hasta la primavera, comenzaron a reproducirse, abandonaron las rutas migratorias y se convirtieron en aves urbanas residentes. Deja que te recomiende un precioso video que habla de ellos y de esos lugares que los mirlos frecuentan: los huertos urbanos. Se llama El sueño del Mirlo de Klaus Jack. ¡Como me gusta lo que cuenta!. Mira:
Preservar el espacio, el lugar, la casa del otro es ahora prioridad. De ello se encargan desde tiempos ancestrales las tribus no contactadas que todavía quedan en nuestro planeta. Cada vez son menos y mejor que no las conozcamos mucho, porque así se mantiene su existencia y no se interrumpe su ciclo. Hay que saber que existen, claro, sobretodo en los países en los que se ubica geográficamente su territorio, porque si no pueden ser masacradas. En la Amazonía peruana hay unas cuantas, cerca de 20 tribus, según los últimos estudios. Ahora Survival Internacional se ha hecho eco de la petición urgente de la Comisión Interamericana para proteger las tierras de esas tribus no contactadas. Son 6 territorios de pueblos indígenas repartidos por el Parque Nacional Sierra del Divisor, desde hace 27 años tienen un estatus legal que los mantiene en el limbo y eso es peligroso. La zona donde viven ha recibido crecientes amenazas que afectan directamente a las reservas naturales amazónicas. Sufren invasión de foráneos, se proyectan talas a gran escala, se invade el espacio natural. En sus territorios persiste más del 80% de la biodiversidad del planeta y ellos, como seres que habitan el lugar, cuidan del equilibrio, conocen bien al otro y se aseguran de perpetuar su vida, son los guardianes del planeta. Facilitando la aprobación de leyes que ayuden a preservar su derecho a la vida, a la salud, a su integridad física, aseguramos evitar su extinción y por tanto también la nuestra.
El otro es el panal de abejas que tienes cerca y que has mirado con recelo en los últimos años porque le temes. Pero conocerlo y respetarlo es la mejor forma de evitar riesgos. Deberíamos reconocer a las abejas como nuestro bien preciado porque ellas aseguran el alimento. No hay abejas, no hay polinización, no hay frutos ni vegetales, no hay nada que comer. Es así de sencillo. Yo he aprendido sobre las abejas melíferas gracias a Jacqueline Freeman, artista y granjera biodinámica que tiene una relación muy especial con esos seres. Es apicultora natural y con su trabajo cambia el rol de producir miel que los humanos les damos a esos seres. Por encima de todo están las necesidades de la abeja y los mensajes que ella sabe descifrar. Ahora, estudios científicos sobre la naturaleza cuántica de de las abejas, su medicina, su comunicación y su estructura organizativa como superorganismo, corroboran lo que Jacqueline lleva años diciendo. Por extraño que parezca Jacqueline oye hablar a las abejas, lo dice nada más comenzar el libro que me ligó a ella y a su mundo El Canto de las Abejas ( La Fertilidad de la Tierra Edit.) Su libro es también una pequeña revolución para el mundo de la apicultura y resume explicando que si prestas atención a lo que las abejas necesitan, ellas te guiarán sobre cómo debes diseñar tu entorno y cómo usar sus beneficios para que te aporten el alimento que necesitas. Jacqueline también tiene un documental sobre su trayectoria Queen Of The Sun, aunque a mi, la película que realmente me llega, si hablamos de recolectoras de miel y cuidadoras de abejas es Honeyland el documental que Tamara Kotevska y Ljubomir Stefanov filmaron en 2019 sobre la experiencia de la última recolectora de abejas de Europa. Hatitze esa mujer en la cincuentena de un pueblo perdido en Macedonia y Jacqueline desde su granja biodinámica en el sudoeste del estado de Washington, están más unidas de lo que parece.
Foto de Honey Land
Talar, cementar, explotar la casa del otro es un error. Lo sabemos desde hace años y sin embargo los humanos seguimos en ello. Volviendo a la casa del otro después de la pandemia quizás la habréis encontrado menos amueblada. Le ha pasado a Evarist March, biólogo, naturalista y gran conocedor de la flora silvestre incluso en ciudad. Él me enseñó a distinguir entre las plantas comestibles en zona urbana, ahora trabaja para los hermanos Roca y sus experiencias en nuevos platos, no me extraña, es un pozo de conocimiento natural y lleva ya muchos años formando a futuros guías de naturaleza gracias a los proyectos de su empresa NaturalWalks.
El caso es que Evarist está comprobando cómo su bosque cercano está cambiando. Con la excusa de evitar grandes incendios, ahora que el cambio climático los hace más agresivos, más rápidos, más fuertes, limpiar el bosque se ha convertido en talarlo. Evarist cuenta que la rapidez en hacerlo es otro de los problemas, porque en un día se tala lo que nuestros abuelos cortaban en una semana, es lo que él denomina la velocidad de perturbación. Ahora no da tiempo a la regeneración espontánea de la naturaleza y la cicatriz no se cierra, se mantiene abierta de manera constante. Tenemos más bosques que nunca, el abandono rural en los últimos años ha propiciado un aumento de la masa forestal y cortamos más que nunca, a gran velocidad. Evarist denuncia que no dejamos crecer a los árboles. Con más de 70 años ya lo consideramos mayor y propicio para cortar, pero ese árbol se encuentra en su adolescencia porque su esperanza de vida es de más de 400 años. La naturaleza, cuenta, la vemos como un espacio para hacer negocios y no para invertir en salud. La moda de quién más tala, más sabe, es una moda que proviene de nuestras referencias humanas en jardinería, queremos bosques limpios para pasear, estéticamente agradables, con todo bien puesto pero…¿es esta la casa del otro?. Con mi colega y amiga que me ha enseñado mucho sobre biología del hábitat Silvia Ferrer-Dalmau analizamos hace unos días la construcción de los hogares del otro. La naturaleza no es un lugar para visitar, es nuestra casa, allí nos encontramos bien y eso tiene mucho que ver con la ionización del aire. La casa del otro huele muy bien y sí, está aireada. Fijándonos en cómo construyen los pájaros su nido veremos que no compactan mucho sus paredes hechas de ramitas cercanas, lo hacen a propósito, es una suerte de ventilación natural y sin embargo de forma instintiva son perfectos en aislamiento térmico, justo lo que necesitan para vivir. Silvia ha hecho un paso de gigante en su vida y ha decidido ruralizar su experiencia. Ha reconstruido una casa rural con sus propias manos, se ha hecho los muebles, ha recuperado un trozo de huerta y ahora en los bancales está experimentando con la técnica de quema de la madera denominada Yakisugi. Se trata de quemar la madera de forma intensa y superficial, en la medida justa para fortalecerla, una técnica de tradición japonesa que comienza a aplicarse a este lado del mundo. Ahora en el campo Silvia continúa con sus talleres. Yo te linko con su página donde explica las experiencias recientes de su vida rural autosuficiente.
Así que busquemos un manual para llamar y entrar en la casa del otro. El respeto será lo primero, luego sigamos la línea del proyecto LIFE WolFlux que intenta equilibrar la vida del lobo con la ganadería extensiva humana. Mantengamos distancia con casas rurales y zonas de pastoreo, llevemos a nuestros perros domésticos a través de la correa, caminemos con la bici a mano, evitemos hablar fuerte porque los otros tienen mejor oído y mucha sensibilidad. Y así, comunidades locales humanas y depredadores salvajes seguirán su vida en la tierra, como en los ancestros, reconociendo al otro y manteniendo su casa. Y si quieres conocer más te dejo la última conversación que tuve con Theo Oberhuber de Ecologistas en Acción a propósito de la campaña que te comentaba al principio. Ya sabes, la naturaleza no es un lugar para visitar, es nuestra casa pero sobretodo es la casa del otro.
Conoce a Pilar Sampietro
Soy periodista radiofónica especializada en ecología y cultura. Dirijo y presento Vida Verda en Ràdio 4, así como su versión en castellano, Vida Verde, en Radio Nacional de España (RNE) y Radio Exterior, programas sobre crisis climática y ecológica, biodiversidad, paisaje y cultura. En Radio 3 presento Mediterráneo, un espacio sonoro sobre música, efectos migratorios y cultura de los diferentes rincones del Mediterráneo. Además, colaboro habitualmente en blogs de ecología como Alterconsumismo (El País Digital), soy coautora de los libros El jardín escondido (Pol·len, 2013) y, más recientemente, La ciudad comestible (Morsa, 2018), donde exploro experiencias y propuestas para hacer más verdes las ciudades.