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El café es la materia prima más importante en el comercio internacional después del petróleo. En muchos países del Sur se trata, de hecho, de su principal producto de exportación. Ocurre que estos países productores se quedan solo entre el 10 y el 13% de los ingresos generados por el comercio del café, el resto se va a los países del Norte. Las plantaciones de café pertenecen, mayoritariamente, a pequeños productores, obligados a vender a precios muy bajos, marcados por los intermediarios y las multinacionales de transformación y de comercialización como Nestlé, Sara Lee o Procter & Gamble. Sin acuerdos ni control por parte los gobiernos, desde finales de los años 80, la situación de extrema desigualdad entre productores y multinacionales del sector se ha ido incrementando en los últimos años hasta provocar una crisis que amenaza la existencia de multitud de productores.
El café, el cacao y la fruta encabezan las ventas del llamado sistema de Comercio Justo, según datos de la Coordinadora Estatal de Comercio Justo (CECJ). El Comercio Justo se fundamenta en un intercambio igualitario y consecuente entre las personas que producen productos y las personas que los compran. El término fue acuñado por la Naciones Unidas en los años 60 con la voluntad de crear “un sistema comercial basado en el diálogo, la transparencia y el respeto, que busca una mayor equidad en el comercio internacional prestando especial atención a criterios sociales y medioambientales. Contribuye al desarrollo sostenible ofreciendo mejores condiciones comerciales y asegurando los derechos de productores/as y trabajadores/as desfavorecidos, especialmente en el Sur”.
Hoy en día este movimiento económico y social se ha desarrollado enormemente y trabaja para el desarrollo de las comunidades más empobrecidas a través de la comercialización de sus productos y de facilitar su acceso al mercado internacional en condiciones justas y equitativas. Una de las características del Comercio Justo es que se basa en un planteamiento integral. La ONU recoge así los diez principios que deben de cumplir las organizaciones que trabajan en Comercio Justo:
Foto de Comerciojusto.org
- Oportunidades para productores desfavorecidos: apoyo a los pequeños productores marginados, ya sean empresas familiares independientes, o agrupados en asociaciones o cooperativas. El objetivo es que puedan pasar de la pobreza y la inseguridad de los ingresos a una autosuficiencia económica y propia.
- Transparencia y responsabilidad: en la gestión y relaciones comerciales. Organizaciones que encuentren medios apropiados y participativos para involucrar a los empleados, miembros y productores en sus procesos de toma de decisiones. Deben de asegurar que la información pertinente sea proporcionada a todos sus socios comerciales.
- Prácticas comerciales justas: preocupación por el bienestar social, económico y ambiental de los pequeños productores; no maximizar ganancias a expensas de ellos. La organización mantiene relaciones a largo plazo basadas en la solidaridad, la confianza y el respeto mutuo que contribuyen a la promoción y el crecimiento del Comercio Justo. Mantiene una comunicación efectiva con sus socios comerciales. El Comercio Justo reconoce, promueve y protege la identidad cultural y las habilidades tradicionales de los pequeños productores como lo reflejan en sus diseños artesanales, productos alimentarios y otros servicios relacionados.
- Pago justo: un precio justo es aquel que ha sido establecido de mutuo acuerdo por todos a través del diálogo y la participación, que proporciona un pago justo a los productores y también puede ser sostenido por el mercado.
- No al trabajo infantil. No al trabajo forzoso: las organizaciones que compran productos de Comercio Justo de los grupos de productores ya sea directamente o a través de intermediarios aseguran que no se utiliza el trabajo forzoso en la producción y los productores cumplen con la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del niño, y la ley nacional/local sobre el empleo de los niños.
- No a la discriminación. Igualdad de género. Libertad de asociación: la organización no discrimina en la contratación, remuneración, acceso a la capacitación, promoción, terminación o jubilación por motivos de raza, casta, origen nacional, religión, discapacidad, género, orientación sexual, unión de membresía (afiliación sindical), afiliación política. HIV/Sida, estatus o edad. La organización proporciona oportunidades para las mujeres y los hombres a desarrollar sus habilidades y fomenta activamente las solicitudes de las mujeres para puestos de trabajo y para los cargos de liderazgo en la organización.
- Buenas condiciones de trabajo: las organizaciones de Comercio Justo son conscientes de las condiciones de salud y seguridad en los grupos de productores de quienes ellos compran. También buscan, de manera permanente, crear conciencia sobre temas de salud y seguridad y mejorar las prácticas de salud y seguridad en los grupos de productores.
- Desarrollo de las capacidades: la organización tiene por objeto aumentar los efectos positivos de desarrollo para los pequeños productores marginados a través del Comercio Justo.
- Promoción del Comercio Justo: aquellos que trabajan en Comercio Justo crear conciencia sobre el objetivo del Comercio Justo y de la necesidad de una mayor justicia en el comercio mundial a través del Comercio Justo.
- Respeto al medio ambiente: las organizaciones que producen productos de Comercio Justo maximizan el uso de materias primas de fuentes gestionadas en forma sustentable en sus áreas de distribución, comprando a nivel local cuando sea posible. Utilizan las tecnologías de producción que buscan reducir el consumo de energía y en lo posible las tecnologías de uso de energías renovables que reduzcan al mínimo las emisiones de gases de efecto invernadero. Tratan también de minimizar el impacto de sus residuos sobre el medio ambiente. Los productores de productos agrícolas de Comercio Justo minimizan sus impactos ambientales, mediante el uso de plaguicidas orgánicos o de bajo uso de pesticidas en los métodos de producción siempre que sea posible. Los compradores e importadores de productos de Comercio Justo dan prioridad a la compra de productos elaborados con materias primas que se originan a partir de fuentes gestionadas sosteniblemente, y tienen el menor impacto global sobre el medio ambiente. Todas las organizaciones utilizan materiales reciclados o fácilmente biodegradables para el embalaje en la medida de lo posible, y los productos son enviados por mar, siempre que sea posible.
Foto de Unsplash
En España las primeras iniciativas de Comercio Justo nacen en 1986, con la apertura de dos tiendas, una en San Sebastián y la otra, en Córdoba. Diez años después se constituyó la Coordinadora Estatal de Comercio Justo.
Actualmente existen diferentes sellos que certifican que un producto es de Comercio Justo: Fairtrade, Ecocert/Fair for Life, Naturland, Símbolo de Pequeños Productores o el de la Organización Mundial del Comercio Justo (WFTO).
En 2019, el Comercio Justo generó 138,5 millones de euros en España, lo que significó un incremento del 78% respecto al año anterior, según el informe “El Comercio Justo en España 2019”.
Y es que según un informe reciente que analiza las actitudes y motivaciones de la ciudadanía europea ante el consumo responsable, el 64% de la población española se muestra dispuesta a pagar más en la compra de sus productos para apoyar a las personas que los elaboran en países en desarrollo. Se trata de un porcentaje superior al de la media europea, situado en el 50%.