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La culpa climática

16 enero 2021

Te debe pasar que ante las informaciones que te llegan por todos lados de crisis climática, social, sanitaria… sientes un colapso interno que te lleva a preguntarte por qué no eres capaz de reaccionar. A mi me pasaba también y esa angustia se hizo más grande con los años, viendo que mis “pequeños gestos poderosos” de poco servían para paliar el aumento del calentamiento del planeta. Cada año voy comprobando cómo la Tierra llega antes a su límite de posibilidad de regeneración. Pronto será tarde y ya no habrá vuelta atrás. Y entonces ¿qué hacer? ¿sirve de algo exculparse pensando que no puedo hacer nada? NO.

Practiquemos el “mea culpa” como especie, porque es verdad y no “escondamos la cabeza bajo el ala” para no ver lo que estamos provocando. SÍ, es nuestra culpa y nuestra responsabilidad y si hemos sido los humanos los que hemos llevado al Planeta al borde del colapso, debemos ser los humanos los que le devolvamos el equilibrio. Y ahora es el momento. Nos ha tocado vivir tiempos excepcionales que por ello son también muy interesantes, cruciales. Deberíamos sentirnos inspiradas y activas por estos días y meses que nos exigen esfuerzo y compromiso. Busco las claves para que esa culpa no nos sumerja en la tristeza y el abandono y lo mandemos todo al garete. En los libros encuentro algunas de ellas y deben conocerse.

El periodista Nathaniel Rich da con unas cuantas en su libro “Perdiendo la Tierra” (Capitán Swing Edit): los políticos deben actuar rápido y tomar decisiones valientes que la sociedad civil lleva tiempo reclamando. La valentía deben tenerla, porque estas decisiones no van a gustar nada a los grandes lobbies de poder que controlan nuestra vida en tres campos básicos: energías, alimentación y farmacéuticas. Fíjate que son precisamente las 3 crisis a las que ahora nos enfrentamos… Rich recuerda la importancia que tiene en todo ello la sociedad civil porque “cuando los movimientos populares han conseguido transformar la opinión pública en un breve período de tiempo, lo han hecho con la fuerza de la reivindicación moral que ha convencido a suficientes votantes de que esa era una cuestión de toda la humanidad, en lugar de verla solo en términos políticos” La triple crisis en la que nos encontramos tiene todas esas características. Entonces ¿porqué tengo la sensación de que no cambia nada sustancial? Para Rich la alternativa sería esperar a que nuestro sufrimiento se vuelva insoportable. Su clave define nuestros actos como la gran tolerancia hacia el autoengaño de nuestra especie y da en la diana de la organización civil.


Perdiendo la tierra

 

En un sentido similar, aunque más optimista, se expresa la escritora Rebecca Solnit en su libro “Un Paraíso en el Infierno” (Capitán Swing edit.) En tiempos de grandes catástrofes, la reacción primera del vecino, de la vecina, del grupo humano en el lugar donde ha pasado esa hecatombe es la ayuda mutua, la solidaridad y la resolución rápida de problemas: rescatar a las víctimas, acoger a la persona cercana que se ha quedado sin casa, recomponer el barrio, montar una cocina en medio de la calle destruida… pero casi en todas esas ocasiones lo curioso es que la respuesta de quienes deberían protegernos: políticos, militares, policías, es totalmente la contraria. Solnit relata la situación en Nueva Orleans después del Katrina y cómo se disparaba a la sociedad civil sin previo aviso, el miedo crea muchas barreras, demasiadas. Pero el libro es un canto de esperanza que da un repaso a las extraordinarias comunidades que surgen en el desastre. Ahí está su clave: más cooperación y menos competición. 

Está claro que este momento de desesperación y crisis en el que nos ha metido el capitalismo nos ha hecho pensar en Utopías ¿Cómo deberían ser esos lugares en los que nos gustaría vivir? ¿Dónde encontrar sociedades, pueblos o pequeñas naciones con más belleza, equidad y oportunidades? el hecho de pensar que el mañana será mejor ha movilizado desde tiempos ancestrales a grupos de personas y hasta a seres de manera individual a construir su propio Paraíso. Lo cuentan en la novela gráfica “Utopías” (GeoPlaneta) Andy Warner y Sofie Louise Dam ofreciéndonos un repaso que nos lleva a Liberatia, nación de piratas en las costas de Madagascar; Christiania una colectividad en Copenhague que ocupó una antigua base militar abandonada y que todavía sigue en activo. El extraño Templo de la Humanidad, bajo tierra, en los Alpes Italianos que ahora recibe visitas turísticas. O La Isla de las Rosas, un proyecto de 400m2 construido en aguas internacionales para poder gestionarse como estado propio. Por cierto que acaban de estrenar una peli disponible en las plataformas que relata la aventura del arquitecto Giorgio Rosa, fundador de esa Utopía. Mira aquí el trailer

 

No está claro que los supervivientes de este Siglo XXI apuesten por alguna de estas comunidades. Sí sabemos que la emergencia climática ha llevado a convertir a la población más vulnerable en Refugiados Climáticos. Y son ellas, sí, las personas que cruzan en patera el Mediterráneo huyendo de una muerte segura en su casa y en su tierra. Son Nómadas por obligación, en condiciones extremas. También lo es en Estados Unidos toda esa generación mayor que se ha sumido de golpe en la miseria: han perdido el trabajo, no pueden pagar la hipoteca de su casa, ni tan siquiera el seguro médico y se ven obligadas a conseguir un vehículo con ruedas y cama que los convierte en Nómadas, a la búsqueda de trabajos temporales por todo el territorio americano. La experiencia de algunas de estas personas las describe Jessica Bruder en su libro “País Nómada”(Capitán Swing edit.) y ahí está la historia de Linda y su pequeña furgoneta que irónicamente ella ha bautizado con el nombre de Posada Hazte Sitio. Para Linda y un montón de personas americanas que ya han cumplido los 60 la carretera es su Plan de Salvación. 


País Nómada

 

¿Y cómo deberan hacer frente la industria y el mundo del consumo a esa precariedad humana que ellos mismos han creado? Ha aparecido un palabro-frase que todavía debo digerir: El New Green Deal Se presenta como la gran solución verde pero sufre de lo mismo porque parece seguir el modelo de la era del petróleo, el cambio en la forma de consumo debe ser mucho más sustancial que cambiar coches de gasolina por coches eléctricos, de la misma forma que transición energética no debe significar cambiar unas energías por otras. La frase es de tradición americana y responde al New Deal de Roosevelt cuando en los años 30 impulsó un plan de reformas que tocaba todos los sectores para salir de la Gran Depresión. El ingeniero y miembro del ODG (Observatori del Deute en la Globalització) Alfons Pérez analiza el término y sus consecuencias en su último libro “Pactes Verds en Temps de Pandèmia. El futur es disputa ara” ( ODG edit) explica la relación entre economía y emisiones mostrando cómo en el confinamiento mundial se paró la economía y las emisiones bajaron en picado. El plan es reorientar la economía europea hacia una transición verde, con políticas específicas y una estructura financiera para captar dinero privado que acelere la implementación de las medidas.

¿Te he dado demasiada información? Ya lo dice Andreu Escrivà: La sobreinformación puede intoxicarnos y conducirnos a la parálisis. Él ha decidido escribir un libro sobre ese estado, sobre ese concepto de Culpa Climática con el que he comenzado esta reflexión. “¿Y ahora yo qué hago?” (Capitán Swing edit.) Su propuesta es pasar a la acción, pero no haciendo cosas como reciclar la basura o cambiar las bombillas por leds,no,algo más drástico como disminuir el consumo de carne, reducir los vuelos transoceánicos y más locales, es decir asumir transformaciones de una cierta magnitud y valorarlas como tales. Andreu nos da otra de las claves que buscábamos: necesitamos reivindicar mejores condiciones de vida que están ligadas al decrecimiento, porque en un escenario de estas características algunas parcelas de nuestra vida decrecen, mientras que otras hacen justo lo contrario: crecen. Pués quedémonos con estas, porque son precisamente las que necesitamos para asegurar la vida en este planeta. Claro que si te faltan más argumentos puedes escuchar la entrevista que realicé a Andreu Escrivá aquí. A partir de ahora, como Andreu dice: Imagina de nuevo, traza, reivindica, cambia 

 

Conoce a Pilar Sampietro

Soy periodista radiofónica especializada en ecología y cultura. Dirijo y presento Vida Verda en Ràdio 4, así como su versión en castellano, Vida Verde, en Radio Nacional de España (RNE) y Radio Exterior, programas  sobre crisis climática y ecológica, biodiversidad, paisaje y cultura. En Radio 3 presento Mediterráneo, un espacio sonoro sobre música, efectos migratorios y cultura de los diferentes rincones del Mediterráneo. Además, colaboro habitualmente en blogs de ecología como Alterconsumismo (El País Digital), soy coautora de los libros El jardín escondido (Pol·len, 2013) y, más recientemente, La ciudad comestible (Morsa, 2018), donde exploro experiencias y propuestas para hacer más verdes las ciudades.


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