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Cómo aislar la casa para el confort energético

19 enero 2021

En días de frío, las familias suelen pasar más tiempo en casa, así que adecuar correctamente el hogar para resguardarse de las bajas temperaturas resulta clave para el evitar el despilfarro de energía.

Y es que  una de las principales causas del cambio climático es el excesivo consumo energético de nuestros edificios. En las ciudades, el sector residencial es responsable de, aproximadamente, el 30% de las emisiones directas, según el informe Ciudades energéticamente sostenibles: la transición energética urbana a 2030 de Deloitte.

Un uso consciente de la energía, en este sentido, pasa también por la actitud personal, aunque solo sea por aportar un granito de arena. En invierno, no hace falta ir en manga corta por casa, se puede estar confortable con una chaquetita, tomar comidas y bebidas calientes o tener una mantita al lado del sofá. La calefacción y el agua caliente sanitaria suponen el consumo energético más relevante de un hogar (60-70%).

Para lograr una temperatura interior confortable –se recomienda que, alrededor de los 20 grados– hace falta, en primer lugar, aislar correctamente la casa teniendo en cuenta:

  • Cierres: puertas y ventanas.
  • Fachadas.
  • Techos y tejados.

En este artículo, nos centraremos en los cierres, que es quizá la parte más fácil de modificar si hacer una gran reforma.

Algunos estudios señalan que hasta un tercio del calor de una vivienda puede escaparse por ventanas y puertas si no están bien aisladas. El secreto de un buen aislamiento pasa por los materiales de los marcos de la ventana y cómo se han construido; el tipo de cristal y otro puentes térmicos. Se recomienda instalar ventanas/puertas eficientes, con doble cristal y cámara de aire interior totalmente hermética.

Marcos

La clave en los marcos es que, se utilice el material que se utilice, cuenten con lo que se llama rotura del puente térmico. Este proceso consiste en eliminar cualquier posibilidad de contacto entre la parte interior y la parte exterior de la ventana a través de una material poco conductor. De este modo, se reducen drásticamente las pérdidas de calor.

Así, no se recomiendan las puertas y ventanas de aluminio si no cuentan con rotura de puente térmico porque, por un lado, el aluminio es una material que no aísla y además, es un mineral cuyo reciclaje comporta grandes costes ambientales.

El PVC es un material aislante, pero de familia de los plásticos, por lo tanto, derivado del petróleo, un recurso no renovable.

En cuanto a la madera, es una muy buena opción (siempre que venga de explotaciones forestales sostenibles, claro) y un material que aísla bastante, al nivel del PVC. Por otro lado, es cálida y agradable a la vista y al tacto.

 

Cristales

Se recomienda el uso de cristales dobles que sirven de aislantes tanto de frío/calor como del ruido. Entre los cristales se deja, además un espacio que se convierte en una cámara de aire, un aislante excelente. Un cristal doble reduce a la mitad el calor que puede escaparse del interior de una casa.


Foto de Unsplash

 

Otros puentes térmicos

El frío puede entrar también en una casa por la caja de las persianas, por lo que se recomienda forrarlas de algún material aislante como el corcho. O incluso por la caja de la correa de las persianas, que se puede sellar un poco con masilla. 

A menudo la entrada de aire se produce por debajo de las puertas, cosa que se podría evitar poniendo un ribete o bolsas de arena en las rendijas inferiores de las puertas.

Todas estas medidas de aislamiento son efectivas contra el frío y también sirven para evitar que entre el calor en las casas en verano. Para luchar contra las altas temperaturas también se recomienda cerrar puertas y ventanas, bajar persianas y desplegar toldos en las zonas donde cae el sol. Y abrir, en cambio, ventanas o puertas que queden en la sombra, tratando de crear, así, corrientes de aire.

En este sentido, el mundo de la construcción también está evolucionando rápidamente con el uso de nuevas tecnologías y materiales sostenibles que facilitan el ahorro de energía.

“Los arquitectos tenemos mucha responsabilidad, por el impacto sobre el medio ambiente,  que tienen los edificios que diseñamos. Tanto a la hora de elegir los materiales con los que construimos, la eficiencia de la envolvente térmica, o la fuente de energía que abastecerá los equipos de producción de calor y ACS”, subraya la arquitecta Vanesa Ezquerra. “Por ejemplo, no es lo mismo elegir hormigón para la estructura del edificio,  que produce  4m3 de CO2, en la producción de 1 m3 de este material. Que elegir  madera, que además de tener 0 emisiones, sigue absorbiendo CO2, hasta después de estar cortada del árbol, a razón de  0.5 m3 por 1 m3 de madera, durante la vida de uso en el edificio”, insiste.


Foto de Ajuntament de Barcelona

 

Uno de los objetivos, en este sentido, es lograr lo que se llama edificios neutros, que producen suficiente energía renovable como para satisfacer su propio consumo.

Para ello, se empiezan a generalizar productos como las llamadas ventanas inteligentes, cuyos vidrios reaccionan a la luz y al calor, adaptando su nivel de transparencia mediante reacciones químicas y físicas y mejorando así la eficiencia energética del edificio.

En algunas ciudades, a nivel de la propia administración, se promocionan las llamadas cubiertas verdes, cubiertas de edificios con un acabado vegetal, concebidas, además de para obtener beneficios ambientales para aumentar el aislamiento térmico y reducir la contaminación sonora. En resumen, construir y vivir con sentido común.

Escrito por Rut Vilar
Foto portada de Unsplash

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